La gran pregunta de todos los tiempos es si somos o no los únicos habitantes del universo. Si la vida es parte de todo un proceso evolutivo, lo probable es que también se haya dado vida inteligente en otros lugares, siempre y cuando existan planetas que sean viables. Sin embargo, estos aun no se han descubierto.
Cuando los astrónomos hablan de tremendas distancias, que hay que medirlas en miles de millones de años luz; o cuando afirman que hay miles y miles de millones de galaxias, cada una con miles de millones de soles como el nuestro; o que incluso existen otros universos, no podemos dejar de sentirnos empequeñecidos o hasta deprimidos. Sin embargo, frente a esa inmensidad que nos aplasta, hay también otra realidad que nos permite valorarnos mejor a nosotros mismos. Frente a la realidad de lo inanimado, hasta donde hoy sabemos, somos los únicos seres vivos inteligentes y con espíritu y tal vez lo que es más importante es que por nuestra inteligencia, y más allá de nuestros sentidos, hemos sido capaces de llegar a desentrañar el corazón de los átomos, a despejar los misterios moleculares de la vida y a vislumbrar los límites del espacio y del tiempo, todo lo cual nos coloca sobre lo inanimado. Es cierto que no nos debemos a nosotros mismos, y que aparentemente somos el producto de una continuidad que ha ido desde lo inanimado, pasando por el proceso vital más simple, hasta llegar a lo más complejo, "la especie humana". Somos seres inteligentes y pensantes, con libertad para tomar decisiones, capaces de aprender y escudriñar a nuestro alrededor. Si todo ha obedecido a la Creación y Ordenación de un Ser superior, indudablemente que nosotros somos su obra cumbre.
Lo que no hemos podido averiguar es si en realidad somos los únicos privilegiados, o si otros han tenido la misma o mayor evolución en alguna ubicación en el espacio. Por lo menos sabemos que en ningún otro planeta u otra luna dentro de nuestro sistema solar, se han dado las condiciones para el desarrollo de una vida compleja pensante. Pero no sabemos qué ha sucedido más allá. Muchos cuentan historias de platillos voladores, pero después de décadas de observación, parecen extrañamente elusivos, sin evidencias convincentes de su existencia. Hoy como ayer, estamos en la más absoluta ignorancia de lo que puede haber más allá. Cuesta aceptar que seamos los únicos. Sólo en nuestra galaxia, la Vía Láctea, hay 20 mil millones de soles como el nuestro, y se ha calculado que en el Universo, hay cien mil millones de galaxias. ¿Cómo no va a existir otro lugar en el que se hayan dado las mismas condiciones que en el nuestro?. Si la vida es la resultante natural de la evolución estelar, lo más probable es que en esta inmensidad debieran existir muchos otros mundos iguales. Esta especulación es tan vieja como la filosofía. En el siglo IV Antes de Cristo, Epicurus escribió: "Hay una infinita cantidad de mundos como el nuestro o diferentes al nuestro". Pero Platón a su vez afirmó: "Ha sido creado un sólo mundo y un sólo cielo". El debate ha continuado y a veces muy candente. El místico italiano Giordano Bruno, en el año 1.600, fue quemado en la hoguera por afirmar que había un universo infinito, lleno de planetas inhabitados. Desde entonces hasta ahora, el problema sigue sin resolverse. Hasta el año 1.600, los planetas de nuestro propio sistema solar aparecían sólo como otros puntos de luz en el cielo, como tantas otras estrellas, pero que se desplazaban. Ahora ya tenemos una visión más realista de ellos, pero ha sido recién, en los últimos cinco años, que los astrónomos han comenzado a detectar la existencia de planetas alrededor de otras estrellas lejanas, lo que nuevamente ha despertado el interés por saber si la existencia de planetas es o no la regla en el Universo. Si así fuera, se abrigaría la esperanza de que en algunos se diera la posibilidad que exista vida. |
domingo, 7 de junio de 2015
¿Somos los únicos seres con vida en el Universo?
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